Retrocedamos en el tiempo. Retrocedamos al momento exacto en
el que nos conocimos, retrocedamos a cuando decíamos que esto era para siempre.
Retrocedamos a cuando el nosotros valía
la pena. Retrocedamos a nuestros primeros días. A nuestra primera semana.
Retrocedamos a las mariposas en el estomago, a los nervios, a los primeros
celos. Retrocedamos a nuestro primer beso. Si, a nuestro primer beso:
Necesitado, esperado y perfecto. Retrocedamos a cuando nos dimos cuenta de que éramos
rutina. De que, por mucho que nos queríamos, ya teníamos la confianza de
mejores amigos, y no de novios. Retrocedamos a aquel primer te quiero que se
nos quedo atascado en la garganta. Retrocedamos a… A nuestra primera vez. A
nuestra primera caricia. A nuestra primera discusión. A nuestro primer error. A
nuestra primera sonrisa. Si, retrocedamos a cuando éramos felices. A cuando
eras aquella parte que me complementaba. A cuando eras tú y nadie más. A cuando
el tu y yo dejo de existir formándose en el algo más. Retrocedamos a los
primeros llantos, a los primeros piques. Retrocedamos a nuestro mejor recuerdo
juntos.
Me pregunto que nos paso. No lo recuerdo muy nítido, la
verdad es que las lagrimas me impedían ver a través de la lluvia. A través de
la tristeza. Me impedían ver el sol que se alzaba en la colina. Niebla, todo
era niebla, niebla que cubría lo que pasaba a mi alrededor, y solo me dejaba
ver como el nosotros se rompía.
La verdad es que me hiciste la chica más feliz del mundo. Hiciste
que la felicidad cobrara nombre: el tuyo. Hiciste que me enamorara como una
loca, que chillara tu nombre tan fuerte que hasta me rasgara el alma, de forma
que quedase marcada por tus huellas. Sonreía tantas veces al día que hasta me dolían
las mejillas, pero valía la pena porque dijeras que te encantaba mi sonrisa.
Todavía
me gusta cerrar los ojos y recordar el primer beso. Y es que fuiste el primero,
el primero que aprendía a tocarme al son de una música inaudible.
Han pasado
muchos otros después de eso, y la verdad es que a ninguno he aprendido a quererle
de tal forma que al verle recordara su primera sonrisa. Y que al recordarla,
lograra hacerme sonreír a través de una tormenta. Porque eras esa calma que
tanto me gustaba. Eras las notas de mi propio pentagrama.
puta guarra de mierda, eres una zorra das asco a todo el mundo
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