sábado, 10 de noviembre de 2012

Retrocedamos al primer beso.


Retrocedamos en el tiempo. Retrocedamos al momento exacto en el que nos conocimos, retrocedamos a cuando decíamos que esto era para siempre. Retrocedamos a cuando el nosotros valía la pena. Retrocedamos a nuestros primeros días. A nuestra primera semana. Retrocedamos a las mariposas en el estomago, a los nervios, a los primeros celos. Retrocedamos a nuestro primer beso. Si, a nuestro primer beso: Necesitado, esperado y perfecto.  Retrocedamos a cuando nos dimos cuenta de que éramos rutina. De que, por mucho que nos queríamos, ya teníamos la confianza de mejores amigos, y no de novios. Retrocedamos a aquel primer te quiero que se nos quedo atascado en la garganta. Retrocedamos a… A nuestra primera vez. A nuestra primera caricia. A nuestra primera discusión. A nuestro primer error. A nuestra primera sonrisa. Si, retrocedamos a cuando éramos felices. A cuando eras aquella parte que me complementaba. A cuando eras tú y nadie más. A cuando el tu y yo dejo de existir formándose en el algo más. Retrocedamos a los primeros llantos, a los primeros piques. Retrocedamos a nuestro mejor recuerdo juntos.
Me pregunto que nos paso. No lo recuerdo muy nítido, la verdad es que las lagrimas me impedían ver a través de la lluvia. A través de la tristeza. Me impedían ver el sol que se alzaba en la colina. Niebla, todo era niebla, niebla que cubría lo que pasaba a mi alrededor, y solo me dejaba ver como el nosotros se rompía.
La verdad es que me hiciste la chica más feliz del mundo. Hiciste que la felicidad cobrara nombre: el tuyo. Hiciste que me enamorara como una loca, que chillara tu nombre tan fuerte que hasta me rasgara el alma, de forma que quedase marcada por tus huellas. Sonreía tantas veces al día que hasta me dolían las mejillas, pero valía la pena porque dijeras que te encantaba mi sonrisa. 
Todavía me gusta cerrar los ojos y recordar el primer beso. Y es que fuiste el primero, el primero que aprendía a tocarme al son de una música inaudible. 
Han pasado muchos otros después de eso, y la verdad es que a ninguno he aprendido a quererle de tal forma que al verle recordara su primera sonrisa. Y que al recordarla, lograra hacerme sonreír a través de una tormenta. Porque eras esa calma que tanto me gustaba. Eras las notas de mi propio pentagrama.


1 comentario:

  1. puta guarra de mierda, eres una zorra das asco a todo el mundo

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